La Flor de la Vida es uno de los símbolos más antiguos y estudiados. Sus 19 círculos entrelazados representan el orden matemático que sostiene toda forma de vida y la conexión entre todo lo que existe. En ella se encuentran los patrones de creación, los sólidos platónicos y la estructura energética del universo. Es un símbolo profundo de unidad, armonía y equilibrio.

Presente en diferentes culturas del mundo, la estrella de ocho puntas simboliza regeneración, equilibrio y abundancia. Está asociada a procesos de renacimiento y transformación positiva. Es un recordatorio de que siempre existe un camino hacia la luz y la claridad.

La Semilla de la Vida está formada por siete círculos que simbolizan los siete días de la creación. Representa el primer movimiento celular y, por tanto, el origen de toda vida. Es un símbolo vinculado a la abundancia, la fertilidad y la protección. Su geometría sencilla y perfecta es la base de numerosos patrones sagrados.

La triqueta, muy presente en la tradición celta, representa la triple dimensión de la existencia: vida, muerte y renacimiento. También simboliza la unión entre mente, cuerpo y espíritu. Ha sido usada en rituales de protección, prosperidad y conexión con lo sagrado. Su forma simple encierra un profundo significado espiritual.

El nudo infinito, también conocido como nudo tibetano, se caracteriza por su diseño entrelazado sin principio ni fin.
Es una expresión de la interconexión de todas las cosas.
En diversas tradiciones se asocia a la idea de que todas las experiencias están intrínsecamente conectadas, formando un entramado inquebrantable que sostiene la existencia.

La Chakana, también conocida como Cruz Andina, es un símbolo recurrente en las tradiciones andinas.
Su forma escalonada, coronada por un círculo central, alude a una escalera que asciende hacia lo más elevado.
Más que una figura geométrica, representa una profunda visión del Universo basada en la armonía, los ciclos y la conexión entre los mundos.

El círculo simboliza la naturaleza infinita y la fuerza interna que nos impulsa a evolucionar continuamente.
Nos protege del caos y nos invita a conectar, a confiar y a entregarnos a la armonía del Universo.